domingo, 23 de octubre de 2011

La nueva cultura del aprendizaje en la sociedad del conocimiento (21/10/11)


Nos encontramos ante una sociedad que está en continuo cambio, lo que provoca una continua exigencia de cambio en los sistemas educativos, de reforma educativa. Cuando nos referimos a una reforma educativa, no sólo se hace hincapié en la reconsideración de sus contenidos, sino que cada vez más a un cambio en las formas de enseñar y aprender, de gestionar el conocimiento en los espacios educativos. Sin embargo, existe cierta resistencia al cambio. Esta resistencia se debe, en gran medida, a que cambiar las prácticas escolares, las formas de aprender y enseñar, requiere también cambiar las mentalidades o concepciones desde las que los agentes educativos, en especial profesores.  Se habla de una reforma de la educación basada en nuevas formas de aprender como son el aprendizaje para el ocio, el aprendizaje organizacional, virtual o el e-learning. Sin embargo, este cambio es más teórico que práctico.

Para cambiar la educación necesitamos tiempo; pero sobretodo, este cambio requiere cambiar, entre otras cosas, las representaciones que tienen tanto los profesores como los alumnos sobre el aprendizaje y la enseñanza. Para poder cambiar esas representaciones debemos conocerlas; estas representaciones son consideradas como teorías implícitas sobre el aprendizaje  y la enseñanza producto de una herencia biológica  y de una herencia cultural. Al hablar de herencia cultural nos referimos a la práctica diaria como profesores y alumnos, son teorías inadecuadas para enfrentarnos a nuevos problemas culturales.  Mientras que al hablar de herencia biológica, los humanos somos aprendices intuitivos, siendo los maestros intuitivos de otros. Las teorías implícitas restringen nuestras representaciones, para superar dichas representaciones es necesario que se dé un cambio conceptual y cultural.



Este es un fragmento de la película "El Club de los Poetas Muertos", en él podemos observar como hay una gran resistencia al cambio, tanto por parte de los alumnos como por parte de los profesores. Por ejemplo, el alumno que no quiere romper la  hoja del libro, o el profesor que no entiende lo que está pasando en el aula; pero, como ya hemos dicho, para que se produzca un cambio es necesario que se rompa con las teorías implícitas.

Del aprendizaje de la cultura a la cultura del aprendizaje:
Actualmente, vivimos en la sociedad de la información; tenemos acceso a cualquier tipo de información en cualquier momento, hay un exceso de esta; de hecho, no es necesario buscarla ya que dicha información viene a nosotros. Sin embargo, el hecho de que haya información no significa que haya conocimiento, ya que la información de la que disponemos está desorganizada. A su vez, el conocimiento es múltiple y por lo tanto incierto, no hay una verdad absoluta. Todo ello provoca que nos encontremos, también, en la sociedad del aprendizaje continuo, ya que al ser el conocimiento incierto es necesario estar continuamente aprendiendo, es necesario una formación continua.

Teniendo en cuenta la sociedad en la que vivimos, debemos ser conscientes de que la escuela ya no es la fuente primera de información para los alumnos. Por ejemplo, cuando los alumnos van a estudiar historia en la escuela, ya tienen conocimientos previos procedentes de otras fuentes como pueden ser películas sobre dicho tema de historia. Pero, esta información está desorganizada, fragmentada o deformada. Por lo que, los alumnos en la escuela ya no necesitan tanta información, sino que lo que realmente necesitan es saber organizarla y darle sentido. Por ello, la escuela debe de enseñar a los alumnos a organizar su información, debe darle las herramientas necesarias para hacerlo.

Como ya hemos dicho, las concepciones culturales sobre el aprendizaje son consecuencia tanto de la cultura, como una de las causas de esa misma cultura. Pero, el aprendizaje de la cultura requiere una cultura de aprendizaje, una forma de relacionarse con el conocimiento, que está esencialmente mediada por los sistemas de representación en que ese conocimiento se conserva y transmite por las tecnologías del conocimiento dominantes de una sociedad.

Tanto la estructura social del conocimiento, como la psicológica están mediadas por los sistemas de representación en los que el conocimiento se produce y mantiene. La mayoría de esos sistemas son de representación externa. La propia enseñanza toma como objetivo la transmisión, la alfabetización en cada uno de esos sistemas, ya que sin ellos no es posible acceder al conocimiento. Pero, estos sistemas no son sólo un vehículo del conocimiento, sino que en esos sistemas de representación acaban por fomentar la propia mente que interactúa con ellos, creando nuevas posibilidades cognitivas. Cada uno de esos sistemas no sólo nos permite el aprendizaje de la cultura, sino que además promueve una forma específica de aprender, una cultura del aprendizaje.

Debido a todos los cambios acontecidos en la educación y en el proceso de enseñanza-aprendizaje podemos distinguir diferentes tipos de enseñanza y aprendizaje:
Por un lado, encontramos la cultura oral, esta se basa en poemas y narraciones; para su difusión es muy importante el papel de los sistemas nemotécnicos, por ejemplo recordar los días que tienen los meses con los nudillos de las manos; a su vez, juegan un papel fundamental en esta cultura los profesionales de la memoria, como son los poetas.


También, nos encontramos con la cultura repetitiva, basada en la memoria, ésta se daba en la escuela tradicional. Sin embargo, nos encontramos con las formas de educación repetitiva son vacuas, vacías de significado. Los conocimientos no se guardan en un cuaderno, sino en la conducta, y se manifiestan por la manera de proceder.  Por otro lado, este forma de educación, suele provocar una enorme desmotivación en el alumnado.

 

En cuanto a la cultura escolástica, se da sobre todo en escuelas religiosas, en ellas se copia todo lo que dice el profesor; siendo muy importante la lectura, la escritura y la gramática.  El alumno en todo momento obedecer órdenes sin cuestionarlas ni replanteárselas.

Por último, la cultura analítica, la cual no se basa en aprenderse algo al pie de la letra, sino de dar significado a lo que se está leyendo. Hasta hace relativamente “poco” tiempo, no se ha planteado esta cultura, como podemos ver en la viñeta de la derecha: “La mejor forma de no aprender nada, es aprenderlo todo de un solo golpe”; sin embargo en los últimos años, se está dando gran importancia al aprendizaje significativo, como verdadero aprendizaje y el que se debe potenciar en las escuelas.

En este proceso de enseñanza-aprendizaje, debemos entender el papel del maestro como un guía en el proceso de aprendizaje, siendo el encargado en el diseño de estrategias de aprendizaje. A su vez, entenderemos al alumno como el encargado en reorganizar la información y analizar críticamente.

Por último, como maestros, considero importante tener presente en todo momento el siguiente texto, que data de 1967:


DECÁLOGO DEL MAESTRO NOVEL, O NO TANTO
1.       Conoceré a los alumnos que me están encomendados: características, problemas condicionamientos, posibilidades…
2.       No censuraré jamás las costumbres y tradiciones del lugar donde ejerzo mi profesión. Buscaré qué obedecen sus raíces y qué enseñanzas encierran.
3.       Seré ejemplo. Educaré siempre. Pero más que con las palabras con las obras.
4.       Controlaré mis naturales impulsos antes de castigar.
5.       Seré importante, pero no me daré importancia, y menos aún con los alumnos.
6.       Utilizaré la palabra, pero no abusaré de ella. Apelaré siempre a la intuición y a la acción. Que el niño vea las cosas de las que hablo, o sus representaciones. Que construya las realidades que describo, “viviendo” sus procesos dinámicos.
7.       Huiré del formalismo, el esquematismo y la enseñanza libresca. Enseñaré para la vida y por la vida.
8.       Valoraré los progresos de los alumnos.
9.       Tendré siempre presente el “haz lo que dices”. Terminaré con mis alumnos lo que empiece empleando el tiempo que sea necesario para que los niños aprendan y comprendan las lecciones y nociones
10.   Enseñaré a trabajar y enseñaré con amor y humildad. Cumpliré puntualmente con mi deber de maestro.
De “Guía práctica para las escuelas de un sólo maestro.” 1967

Es necesario tener en cuenta la fecha de este decálogo. Como ya hemos visto los tiempos han cambiado, así como la sociedad y con ella la educación. Sin embargo, la esencia del buen profesor sigue siendo la misma.

En cuanto a los alumnos hay que tener en cuenta que antes que alumnos son personas, y hay que tratarles como tales. No todos los niños son iguales, y es labor del profesor saber cómo tratar a cada uno de ellos y que metodología aplicar.


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